Terco anda vago y me manda a mi a hacer el trabajo sucio. Así que hoy les dejo la reseña que hizo él sobre "Los ocho más odiados", la última película de Quentin Tarantino, la cual vimos el pasado domingo en el cine.
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Cometí el error que cometo siempre al reseñar una
película (y aclaro que solo me pasa con las películas, y no con los libros,
discos o series). Primero, mucho antes de siquiera sentarme a encarar la
review, me pongo a leer los cuatrocientos mil comentarios de la gente hacia la
misma, en todos los blogs habidos y por haber. Y como me suele pasar seguido,
me enervo. Los 8 más Odiados es de esas películas que la crítica
especializada (admito no ser muy fan de ellos de todas maneras) le da entre
siete y ocho puntos, promediando. Y el populacho, que cada vez parece ser
mayor, la defenestra. Pilas y pilas de “don nadies” criticando otra obra
maestra de un director que difícilmente pueda ser reprochable.
Quentin
Tarantino tiene sobre los hombros, nombres de la talla de (por favor, pónganme
un freno): “Perros de la Calle” (1992), “Tiempos Violentos” (1994), “Kill Bill
1 & 2” (2003/2004), “Bastardos sin Gloria” (2009), “Django sin Cadenas”
(2012). Dejo de contar porque solo me hago mala sangre. Un director que en los
últimos 25 años patentó una forma de hacer cine. Es moneda corriente escuchar a
alguien decir: “¿Viste la peli
checoslovaca esa que salió el fin de semana? Es una onda Tarantino”. ¡Y si!
Pero mejor me sereno y acá marco el punto de inflexión, abocándome a “The
Hateful Eight”. Tres horas de un film que jamás podría aburrir. Cuyos diálogos
están tan bien logrados, que parece todo ocurrir en 40 minutos. Donde la
escenografía, el vestuario y la fotografía, parecen salidos de un cuento de
hadas (o de suspenso gore). Donde la música del genial, magnánimo y superlativo
Ennio Morricone, nos lleva en el aire escena por escena.
Las actuaciones. ¿A
quién destacar primero? ¿A Samuel Jackson, que es de esos tipos que NO tienen
películas malas en su haber? ¿A Kurt Russell, que a sus 64 años está más
vigente que nunca? Creo que no puedo dejar de nombrar a la excelentísima
Jennifer Jason Leigh, reconocida por su vasta trayectoria en el cine
independiente, quien encarna a Daisy Domergue, una fugitiva capturada, cuyo
papel crece y crece con el correr de las horas, hasta dejarnos boquiabiertos. Y
por el otro lado, a Walton Goggins (Venus Van Dam, la prostituta transexual en “Son
of Anarchy”), quien aquí es Chris Mannix, el nuevo comisario del condado. Ambos
dos, de los puntos más fuertes del film. La historia parece sencilla. Pero no
lo es. Un cruce en la ruta entre dos cazarrecompensas. Ambos llegan apedreados
por una tormenta a una mini posada, con otros cinco tipos muy raros ahí
encerrados. Y empieza el desmadre. Todos sospechando de todos. Ninguno cierra
ni un ojo al dormir.
Efectos especiales guardados con todo para el final (cuya
trama da un vuelco hermoso). Mucho humor realmente negro. Escenas fuertes. Y
sobre todo, muchos mensajes ocultos. Porque Tarantino es eso. Cada film es una
extensión de su mente. De su desquiciado corazón. Lástima que muy pocos parecen
estar dándose cuenta, de que estamos frente a una de las mejores películas que
nos va a demandar este 2016 súper poblado de films. Ojalá, sea un 2016
tarantinesco.