Reseña #76 // Mensajes en las paredes del baño

lunes, 9 de julio de 2018





¡Buena semana, lectores! 

Hoy vengo con una reseña puramente de literatura YA. Antes de comenzar quiero agradecerle a Maca Yannelli de Gracias a los libros, quien hizo un sorteo express en abril por instagram y yo me gané este ejemplar. ¡Gracias nuevamente, Maca! 

 MENSAJES EN LAS PAREDES DEL BAÑO 

Desde los 12 años, Adam se siente atormentado por voces y alucinaciones. Pero recién después de un grave incidente los médicos le diagnostican esquizofrenia. Ahora Adam tiene 16 años y –con el apoyo de su madre y el marido de ella, Paul- comienza un tratamiento clínico con una droga experimental. Lentamente, las cosas parecen mejorar. Las alucinaciones todavía lo acompañan pero él puede delinear lo que es real y lo que no, y eso hace la diferencia. 

El diario que lleva Adam durante la prueba transporta a los lectores a la mente de un inteligente e ingenioso joven que experimenta y disfruta en silencio los avances de esta “droga milagrosa”. De repente todo parece posible, hasta el amor. Adam se enamora, hace nuevos amigos y es aceptado en el Equipo Académico. Hasta que el tratamiento empieza a fallar… 

Julia Walton es una escritora de la cual poco se sabe hasta el momento. Obtuvo una maestría en Escritura Creativa en la Universidad de Chapman y es amante de la comida (por eso ya me cae bien). Hace unos meses dio una entrevista al diario La Nación en la que contó que al momento de escribir su primer libro debut no había conocido a ningún paciente con esquizofrenia, pero que consultó con dos médicos especialistas para así poder redactar los ensayos clínicos con precisión. También la autora manifestó que aún es considerado un tema tabú hablar acerca de las enfermedades mentales en niños y adolescentes: “No hay que tener miedo a pedir ayuda. Uno no está solo.” 

Cuando empecé a leer Mensajes en las paredes del baño (que pertenece al sello editorial #Numeral) había pasado mucho tiempo desde la última vez que había leído algo de literatura juvenil. Un factor que hace que ahora esta categoría de literatura no sea mi predilecta, es que encuentro como lugar común el hecho de que los sucesos siempre son narrados con una velocidad alarmante. La premisa de la adolescente con una vida de mierda que se enamora en dos días y a los cuatro ya están viviendo felices para siempre, me tiene un poco cansada. Sin embargo, este libro incluso antes de ganármelo, me llamó la atención por su vuelta de tuerca psicoanalítica. 

Todo libro que tenga como un punto elemental algún trastorno mental, siempre logra captar mi atención. No así otro tipo de enfermedades (por algo aún sigue en la repisa, esperando ser leído The Fault in Our Stars de John Green). Si a medida que voy leyendo me voy dando cuenta que la intención del autor es presentar la enfermedad y mostrar alternativas de cómo sobrellevarla y presentar la idea de que el protagonista no está solo (no hacer un simple drama adolescente), encuentro en seguida comodidad y sin dudarlo le doy una oportunidad. Porque la realidad es que muchos adolescente introvertidos encuentran en los libros un lugar seguro, a salvo, en donde si se sienten identificados y con el tiempo se animan a expresarlo en voz alta. Un gran ejemplo es la literatura YA que narran relaciones LGBT. 

Adam es un paciente con una enfermedad que lo va a acompañar el resto de su vida. Dependiendo de la medicación que tome (algunas de ellas están aún en el proceso experimental) esta enfermedad se va a manifestar más o menos. La historia básicamente va narrando un momento clave de la vida del joven Adam, cuando comienza a tomar una nueva medicación, comienza un nuevo colegio, asiste a sesiones silenciosas de terapia e intenta sobrellevar la relación con su madre y su padrastro. Por lo que es fácil encontrar en esta historia un poco de bullying, problemas familiares, de salud y los típicos adolescentes. 

La narración en primera persona hace sentir al lector una cercanía importante con el protagonista e incluso el estar dentro de su cabeza no presenta los hechos como extraños, sino que con el transcurso de la trama uno se va acostumbrando. La historia se divide, en vez de capítulos, en días, porque se trata de un diario en el que escribe Adam, esto hace que la lectura sea ligera y a la vez da ciertos baches temporales que logran hacer descansar el hilo conductor. 

 “¿Recuerdas cuando te dije que los trenes de las historias representan las aventuras o la muerte? Tal vez signifique más que eso. Puede que también equivalga a una oportunidad. Cada vez que oigo el silbido de un tren, es como una llamada para hacer algo. Simplemente no sé de qué se trata.” 

Recomiendo Mensajes en las paredes del baño porque es un libro que se puede leer teniendo diferentes edades y encontrando diversos sentidos. Creo que es un ejemplar digno de recomendar e incentivar a los adolescentes a leer. Puede ser una puerta que ayude a tomar conciencia y a no discriminar para luego ayudar a quienes necesitan no sentirse solos. A pesar de que cumple (un poco) con este factor común que yo encuentro en la narrativa YA, en donde los sucesos tienen una velocidad acelerada, leí el libro con mucha tranquilidad y no creo que haya sufrido por este factor. 

Yapa: ¡La nombran a San Rowling! Me encantan las historias que mencionan al pasar a Harry Potter. Los potterhead estamos ocultos en todos los rincones.